Jornada de Servicio 2017
JORNADAS DE SERVICIO MAYULERMO 2017:
TRABAJO JUVENIL SOLIDARIO QUE ENRIQUECE NUESTRO ESPÍRITU
Una profunda experiencia vivieron recientemente 28 jóvenes vicentinos pertenecientes a los movimientos Misioneros Juveniles Vicentinos y Comunidad Vicentina Cristiana (CVX), quienes junto a la asistente de la educación Elsa Saldías, y a los docentes Carlos Ibáñez y Jaime Durán, comenzaron un nueva labor con la comunidad de Mayulermo, ubicada en el Km 20 camino a Zapallar en la comuna de San Ignacio, a través de las tradicionales Jornadas de Servicio en la Escuela G-332.
Cabe recordar que como parte del calendario anual, la Pastoral del colegio realiza un trabajo de vinculación con una comunidad rural que dura entre dos a tres años, y en el marco de lo cual se realizan actividades como estas jornadas en el mes de mayo y la Misión Juvenil o Escuela de CEVAS a fin de año.
“Tenemos una población joven que está en un proceso de discernimiento vocacional y búsqueda de su identidad”, explica el secretario ejecutivo de la Pastoral, Jaime Durán. “Lo que se pretende es tener una instancia de formación teórico-práctica para los jóvenes, que participan en las distintas comunidades juveniles misioneras de enseñanza media, que les permita ir descubriendo el camino que Dios les ha preparado”.
En ese marco, las Jornadas de Servicio se constituyen en una vivencia y expresión de la solidaridad cristiana en el encuentro con los más pequeños de la sociedad: los niños; en este caso, de comunidades rurales y vulnerables.
Las jornadas tienen como eje programático el desarrollo de talleres por parte de nuestros alumnos para los niños de la escuela, como de ayudantía y reforzamiento en lenguaje y matemática, de manualidades, de desarrollo artístico personal, deportivos y de recreación, jornadas de fraternidad y de conocimiento mutuo. La idea es entregar contenidos teóricos y prácticos que les sirvan para desarrollar talentos artísticos y manuales, además de promover la autoestima y el trabajo en equipo. “Nuestros jóvenes van a servir. Además de la oración, las ayudantías y los talleres de teatro, alfarería, danza, títeres, higiene personal, cocina, deportes, cubo rubik y ajedrez, nuestros alumnos desarrollaron una catequesis en torno a tres temas: Padre que nos ama, Jesús nuestro amigo y Somos todos hermanos”, explica Jaime, mientras el profesor Carlos Ibáñez, además, destaca que esta catequesis es “cristocéntrica, es decir, respeta todos los credos religiosos”.
TRABAJO JUVENIL SOLIDARIO QUE ENRIQUECE NUESTRO ESPÍRITU
Una profunda experiencia vivieron recientemente 28 jóvenes vicentinos pertenecientes a los movimientos Misioneros Juveniles Vicentinos y Comunidad Vicentina Cristiana (CVX), quienes junto a la asistente de la educación Elsa Saldías, y a los docentes Carlos Ibáñez y Jaime Durán, comenzaron un nueva labor con la comunidad de Mayulermo, ubicada en el Km 20 camino a Zapallar en la comuna de San Ignacio, a través de las tradicionales Jornadas de Servicio en la Escuela G-332.
Cabe recordar que como parte del calendario anual, la Pastoral del colegio realiza un trabajo de vinculación con una comunidad rural que dura entre dos a tres años, y en el marco de lo cual se realizan actividades como estas jornadas en el mes de mayo y la Misión Juvenil o Escuela de CEVAS a fin de año.
“Tenemos una población joven que está en un proceso de discernimiento vocacional y búsqueda de su identidad”, explica el secretario ejecutivo de la Pastoral, Jaime Durán. “Lo que se pretende es tener una instancia de formación teórico-práctica para los jóvenes, que participan en las distintas comunidades juveniles misioneras de enseñanza media, que les permita ir descubriendo el camino que Dios les ha preparado”.
En ese marco, las Jornadas de Servicio se constituyen en una vivencia y expresión de la solidaridad cristiana en el encuentro con los más pequeños de la sociedad: los niños; en este caso, de comunidades rurales y vulnerables.
Las jornadas tienen como eje programático el desarrollo de talleres por parte de nuestros alumnos para los niños de la escuela, como de ayudantía y reforzamiento en lenguaje y matemática, de manualidades, de desarrollo artístico personal, deportivos y de recreación, jornadas de fraternidad y de conocimiento mutuo. La idea es entregar contenidos teóricos y prácticos que les sirvan para desarrollar talentos artísticos y manuales, además de promover la autoestima y el trabajo en equipo. “Nuestros jóvenes van a servir. Además de la oración, las ayudantías y los talleres de teatro, alfarería, danza, títeres, higiene personal, cocina, deportes, cubo rubik y ajedrez, nuestros alumnos desarrollaron una catequesis en torno a tres temas: Padre que nos ama, Jesús nuestro amigo y Somos todos hermanos”, explica Jaime, mientras el profesor Carlos Ibáñez, además, destaca que esta catequesis es “cristocéntrica, es decir, respeta todos los credos religiosos”.
“Este año fue diferente porque todo se dio de una forma casi misteriosa. Nosotros fuimos a conocer otra escuela, pero tenía muy pocos alumnos, entonces decidimos buscar otra donde poder llevar a cabo la actividad. Y así andando por el camino nos topamos con la escuela de Mayulermo, como nos ha pasado con las últimas tres escuelas que hemos escogido para las jornadas y misiones. Solo Dios sabe, siempre nos pasa que partimos con un rumbo y de pronto terminamos en otro lugar. Llegamos por azar a esta escuela a hacer las consultas y coincidió que el profesor encargado había sido apoderado de nuestro colegio y conocía nuestra Pastoral, nuestras iniciativas y quedó encantado con la idea. Entonces iniciamos las gestiones con el Daem de la Municipalidad de San Ignacio, donde nos encontramos con que el director también había sido apoderado vicentino”, cuenta.
“Cuando llegamos allá nos sentimos acogidos de inmediato. Desde un inicio nos encontramos con una comunidad muy católica y comprometida, cariñosa, amable, preocupada por nosotros. La experiencia con los niños fue increíble. El cariño que ellos demostraron a nuestros jóvenes, cuya mayoría iba por primera vez a las jornadas, fue tremendo. Los profesores tuvieron la mejor disposición y acogida a nuestras actividades”, agrega, y Carlos complementa que “además la comunidad y los papás fueron extremadamente cariñosos con nosotros. Nos llevaron un saco de papas, harina, castañas, pan amasado, tortillas, mermeladas caseras, nos hicieron sopaipillas… nos manifestaron su agradecimiento regaloneándonos mucho”.
La Escuela de Mayulermo cuenta con 54 alumnos desde 4 a 14 años, que cursan desde prekinder a octavo básico, que asisten en jornada completa. “Su realidad es que hay muchas familias de escasos recursos, es gente muy trabajadora y esforzada, pero hay muchas necesidades materiales, así que nos estamos organizando para ir en apoyo de algunas familias de esta escuela y pronto anunciaremos una campaña a la comunidad vicentina” anuncia Jaime.
Luisa Pinto, una de los 7 docentes de la escuela, nos recibe un una cordialidad y afecto entrañables el día que vamos a reportear la jornada. Cuando le preguntamos sobre la experiencia, suspira y con emoción nos cuenta algo que no esperábamos escuchar sobre el efecto de este trabajo: “Los niños de Mayulermo tienen muy poco contacto con niños de otros colegios y de otras realidades. Son muy vergonzosos y tímidos, viven bastante aislados. Cuando llegaron el primer día estaban expectantes y retraídos, pero pronto entraron en confianza y en la dinámica de la experiencia, y se sumaron a las actividades con mucho entusiasmo. Se han soltado mucho, se están atreviendo a pensar y hacer cosas distintas. Entonces para ellos, conocer y comprender que hay niños que tienen personalidad, que no les da temor hacer diferentes dinámicas, que son capaces de hacer muchas cosas… es tremendamente enriquecedor. Junto con el trabajo concreto que hacen con ellos, hay algo que perdurará: el permitirles visualizar que hay un horizonte más allá, que Mayulermo no es lo único, que hay un mundo por descubrir, que hay otro tipo de niños que gozan de otras comodidades pero que son iguales a ellos. Esta experiencia les ha ampliado sus horizontes y su visión. Eso ha sido magnífico y toda la organización del grupo ha sido fantástica, muy bien desenvueltos, con mucha vocación docente. Como profesores no tenemos cómo agradecer esta entrega”.
“Cuando llegamos allá nos sentimos acogidos de inmediato. Desde un inicio nos encontramos con una comunidad muy católica y comprometida, cariñosa, amable, preocupada por nosotros. La experiencia con los niños fue increíble. El cariño que ellos demostraron a nuestros jóvenes, cuya mayoría iba por primera vez a las jornadas, fue tremendo. Los profesores tuvieron la mejor disposición y acogida a nuestras actividades”, agrega, y Carlos complementa que “además la comunidad y los papás fueron extremadamente cariñosos con nosotros. Nos llevaron un saco de papas, harina, castañas, pan amasado, tortillas, mermeladas caseras, nos hicieron sopaipillas… nos manifestaron su agradecimiento regaloneándonos mucho”.
La Escuela de Mayulermo cuenta con 54 alumnos desde 4 a 14 años, que cursan desde prekinder a octavo básico, que asisten en jornada completa. “Su realidad es que hay muchas familias de escasos recursos, es gente muy trabajadora y esforzada, pero hay muchas necesidades materiales, así que nos estamos organizando para ir en apoyo de algunas familias de esta escuela y pronto anunciaremos una campaña a la comunidad vicentina” anuncia Jaime.
Luisa Pinto, una de los 7 docentes de la escuela, nos recibe un una cordialidad y afecto entrañables el día que vamos a reportear la jornada. Cuando le preguntamos sobre la experiencia, suspira y con emoción nos cuenta algo que no esperábamos escuchar sobre el efecto de este trabajo: “Los niños de Mayulermo tienen muy poco contacto con niños de otros colegios y de otras realidades. Son muy vergonzosos y tímidos, viven bastante aislados. Cuando llegaron el primer día estaban expectantes y retraídos, pero pronto entraron en confianza y en la dinámica de la experiencia, y se sumaron a las actividades con mucho entusiasmo. Se han soltado mucho, se están atreviendo a pensar y hacer cosas distintas. Entonces para ellos, conocer y comprender que hay niños que tienen personalidad, que no les da temor hacer diferentes dinámicas, que son capaces de hacer muchas cosas… es tremendamente enriquecedor. Junto con el trabajo concreto que hacen con ellos, hay algo que perdurará: el permitirles visualizar que hay un horizonte más allá, que Mayulermo no es lo único, que hay un mundo por descubrir, que hay otro tipo de niños que gozan de otras comodidades pero que son iguales a ellos. Esta experiencia les ha ampliado sus horizontes y su visión. Eso ha sido magnífico y toda la organización del grupo ha sido fantástica, muy bien desenvueltos, con mucha vocación docente. Como profesores no tenemos cómo agradecer esta entrega”.